miércoles, 16 de diciembre de 2009

JUVENTUD LIBERTAD Y DEMOCRACIA, Del Q:.H:. M:.Hon:. Joksan Valero Navarro

Resoluta irónico que los elementos sustanciales del cambio en nuestra sociedad no se encuentren en el paradigma “material” que nosotros deseamos afectar a través de nuestras instituciones, es difícil entender para nosotros los abogados la realidad de que el derecho resulta hoy insuficiente, si no es que inútil, para permear a los cambios estructurales que nuestro sistema “civilizado” requiere para continuar en su camino del desarrollo.

El titulo de este pequeño texto se refiere a 3 elementos fundamentales para poder estar en posibilidades de realizar cambios sustanciales a nuestro sistema; pensemos por ejemplo que la palabra sistema se refiere al último de los 3 conceptos que enunciamos en el titulo: La democracia; ¿qué relación verdaderamente sustancial tiene el progreso de nuestra democracia con la juventud?; Porque cabe señalar que la palabra juventud no se refiere al termino cotidiano de las “edades”, sino más bien al de las ideas que comienzan a nacer del caudal de experiencia del viejo paradigma; vale mencionar también que son los jóvenes aquellos mas susceptibles de entender estas nuevas formas, pues son precisamente ellos quienes terminan experimentando los beneficios o perjuicios de las acciones pasadas, y como no se observan sino a través del espejo de las consecuencias su salida factible al terreno de lo real surge eminentemente de las nuevas ideas; así pues esta “juventud” podríamos definirla como la experiencia obtenida que se cristaliza en nuevos caminos que sugieren nuevas esperanzas; ante esta fuerza del cambio nada es resistible, todo cede, tal cual menciona Carlos Monsiváis: “Jamás la derecha ha ganado una sola batalla”, sin embargo, ante la innumerable cantidad de derrotas de lo viejo ante lo nuevo ¿Por qué el hoy parece resultar tan insoportable como el ayer?.

Así como estas ideas “jóvenes” sugieren un proceso gradual de cambio, la propia sociedad adquiere al paso de su historia una mayor conciencia de sí misma, sin embargo, habríamos de evaluar profundamente la posibilidad de que el cambio de conciencia no se haya realizado a la par de aquellas modificaciones políticas o económicas que definen a las revoluciones, es decir por ejemplo que la experiencia social obtenida en nuestra revolución hubiera sido desproporcional a las modificaciones constitucionales de 1917, esto no nos puede llevar a la conclusión de que dichos cambios fueron infundados, sino mas bien a que el éxito de las nuevas estructuras inauguradas con el cambio drástico de paradigma está determinado por el progreso interno que la propia sociedad adquirió, lo cual no significa sino que cada individuo de ella conformante hubiera entendido con mayor profundidad su lugar en el tiempo y el espacio.

Así surge pues nuestro segundo concepto: La libertad, refiriéndonos a ella como la principal aludida en los procesos de cambio, no solo como una intención de adquirir nuevas posibilidades del “ser” sino también de la derrota de las ataduras políticas existentes en la opinión pública, el declive de lo viejo no solo sugiere un cambio político sino también la destrucción de su argumento que permeaba la opinión de los ciudadanos y lo legitimaba “democráticamente”. Estos nuevos derechos o libertades adquiridas no solo nos sugieren a una sociedad más abierta, sino también a la posibilidad de nuevas problemáticas que surgen precisamente de aquella juventud y a su vez, de la disparidad del cambio de conciencia con la obtención de libertades, lo cual organiza el terreno de lo real no solo para las nuevas esperanzas sino también para los nuevos errores, pues así como hace mas de 2 siglos surgió el libre mercado de la teoría económica clásica, también surgieron del mismo lecho los “poderes salvajes”, las grandes empresas que terminarían por devorar a la cultura de las naciones imprimiendo sobre ellas la dictadura del consumismo, es por ello que a pesar de que estas libertades obtenidas gradualmente representan triunfos para nuestra sociedad no son ellas el contenido esencial del cambio, sino mas bien la conciencia de quienes las ejercerán; no creo por ende, que nuestro deseo sea solo un cambio en el texto de nuestra constitución, o únicamente la modificación de ciertas estructuras políticas o económicas, la democracia que buscamos no proviene de estas vanas pretensiones de reformas, en nuestras instituciones se articulan los sueños de generaciones que murieron para permitir su funcionamiento, el triunfo y cristalización de esos sueños implica que poseamos el nivel de conciencia suficiente para enfrentar la responsabilidad de las instituciones o libertades que poseemos.

Entonces podemos hablar del sueño de la democracia, cuando sea posible articular en el terreno de lo real lo contenido, por ejemplo en nuestro artículo Tercero Constitucional estaremos en posibilidades de aminorar sustancialmente ese sentimiento de negatividad hacia el presente. La democracia entendida como forma de vida no podrá ser una verdadera conquista mientras sea debatida entre el texto de nuestra constitución y el terreno de los hechos. Debemos también tener en cuenta que mientras las libertades adquiridas representan aperturas, la democracia imprime límites prudentes a dichas conquistas, por lo cual nos encontramos ante un problema de equilibrio que presupone la disposición equiparable de las nuevas ideas con la experiencia social obtenida y así mismo con la disposición de los individuos para adentrarse en los deberes para con la democracia.

Es por ello que ante esta pequeña exposición resulta infundada la legitimación de una revolución armada en los años por venir dentro de nuestro país, pues lo que requiere la patria no es una redefinición de sí misma a través de la sangre, sino mas bien a través de la conciencia, la conciencia y la revolución armada son palabras opuestas si nos referimos al éxito de la democracia, es por ello que ante estos 3 conceptos no nos queda sino pensar en la posibilidad de una revolución cultural al interior de nuestra sociedad, una serie de cambios que hagan reflejar en el espejo de la historia a todos y cada uno de los individuos a través de sus responsabilidades con el presente. Nos referimos a la cultura porque es a través de ella que la sociedad expresa su salud, su disposición para las empresas engrandecedoras del género humano y de la conciencia de si misma, un sano equilibrio de las nuevas ideas con las actuales libertades y los deberes que presuponen la permanencia de la democracia nos pueden brindar el paradigma para los verdaderos cambios, no solo aquellos en nuestros textos fundantes; si nuestro objetivo es el triunfo real de nuestro trabajo debemos sustituir a la revolución armada, por la revolución cultural, la muerte por el cambio implica necesariamente la existencia de una sociedad necia en conquistar libertades que no está dispuesta a soportar.La verdadera revolución surge de la juventud que se fortalece a traves de las libertades que permiten construirle una mejor realidad a la democracia.

16 de Diciembre 2009
Guadalajara Jalisco Mexico.
Joksan Ishbak

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